No recuerdo haber vivido ninguna de las crisis que, al parecer, sufren las personas cuando su edad se cifra acabada en cero. Hasta los 60, claro. Eso es otra tema. Pero si recuerdo que, a los treinta, con toda mi vida patas arriba, recuperé la necesidad de escribir. Trabajando como un poseso para sacar mi familia adelante, había dejado de hacerlo. Y, ¿a la búsqueda del tiempo perdido?, lo hice a todas horas. En cualquier lugar y con cualquier medio. A destajo. Sobre todo, poesía. Y en 1983, con la inestimable ayuda de un amigo luego desaparecido, de esos que, aunque pasen los años, recuerdas con afecto, auto publiqué un libro de poesía, “Cuaderno Bretón”, (del que hay un poema en el blog y del que, a lo mejor, añado alguno mas), que la extinta Librería Francesa me permitió, en un alarde de generosidad, depositar en su mesa de libros de poesía. Una mesa fascinante, debo añadir. ¡Al lado de poetas consagrados! Se vendieron por los menos tres ejemplares. La librería envió la liquidación, pero nunca fui a buscar el dinero. Me dio vergüenza. De verdad.
Sin embargo, el libro, que si vieron amigos y algún conocido, atrajo la curiosidad de alguien de mi entorno que conocía a otro alguien que tenía un amigo que conocía al director de una editorial. Una buena editorial, debo añadir. Fijaos si era buena que consiguieron publicar el primer libro de relatos de Enrique Vila-Matas, quien, por cierto, no tardaría en consagrarse. Aun lo tienen en su catálogo. Y yo en mi biblioteca.
Y, para mi sorpresa y gozo, decidieron que podían publicar un libro con mis poemas. Todavía me pellizco al recordarlo. A todo esto, estábamos ya en 1985. Primavera, creo recordar. Así que acabé de pasar a limpio los que me parecieron mejores, traté de darles un orden coherente, depuré las temáticas, pensé un titulo, encargué un par de diseños para la portada, comí un día con mi contacto y con alguien que me dijeron que era el director, hablamos de cómo se iba a financiar la edición y ……. allí acabó todo. La editorial tuvo un problema en México, su economía se resintió, cancelaron proyectos y mi libro se quedó en un cajón. Con sus portadas y todo. Y eso que estaba dispuesto a financiar una parte de la edición. Por amor a la poesía. Y por un poco de vanidad, todo hay que decirlo.
Cuando decidí iniciar el blog me resultó irrenunciable no incluir un apartado dedicado a la poesía. “Accidentes íntimos”. Una expresión preciosa que le había leído a Dirk Bogarde en una entrevista, creo que en “El País”, cuando aún era un diario legible, y que había reservado como el que guarda una botella valiosa. Para descorcharla en un día señalado. Resultó que Justo Navarro, un excelente novelista, que no sé yo si había leído a Bogarde, la aprovechó para titular una novela que tengo en la estantería pero que no he leído, aunque sé que es buena, por la rabia que me dio lo del titulo. El descorchó la botella antes que yo. Así que, llegado el momento, no renuncié a plagiar a Bogarde. Lo hiciera o no Justo, no iba a prescindir de esas dos palabras, que había hecho mías tiempo atrás. Y en ese apartado he ido publicando poemas. Alguno, si os fijáis, de un libro inédito, “Frente a vosotros”, que es el proyecto fallido del que os estoy hablando. Y que ahora categorizo en el blog, para que tenga vida propia.
No queda ahí la historia. En ese libro hay un poema que escribí movido por la impresión que despertó en mi una foto en una exposición de Man Ray. Era junio de 1982. Apenas seis años después de la muerte del genio. En el Palau de la Virreina. El retrato de una mujer de ojos claros. En blanco y negro. Cuando repasaba los poemas del libro, decidiendo si debía publicarlos, topé con él. El poema X, ….. porque ninguno tiene titulo. Solo un ordinal en números romanos.
E intenté evocar el retrato. Lentamente, muy lentamente fueron retornando a mi memoria los contornos de aquella foto, de aquel rostro femenino. Pero mas de treinta años lo difuminan casi todo y no estaba seguro. Los rasgos del retrato iban y venían, jugueteaban con mis recuerdos, se escabullían ….. para acabar esfumándose ante mi desespero. No lograba completar su semblante.
Entonces no hubiera sido posible, pero ahora, gracias a la magia de los buscadores de internet, cabía la posibilidad. ¿Estaría en alguna galería de imágenes la foto? No hubo suerte. Tuve que desistir. Exhaustiva obra de Man Ray en numerosos sitios, por supuesto muchas fotos de mujeres, pero ni rastro de ella. Una casualidad pareció venir en mi ayuda. Una de las búsquedas me llevó a la web de una librería de viejo y allí encontré un ejemplar, en muy buen estado, del catalogo de la exposición. Y, claro, la incógnita. ¿Era un catálogo exhaustivo? ¿Estaría allí la foto? Solo una manera de saberlo. Tuve que disimular mis ansias cuando llegó el envío. A mi edad, la contención es imprescindible. Pero…. la foto no estaba en el catálogo. Mirado y remirado. Ratos enteros delante de alguna de ellas. Pero no. No regresaba aquella emoción. No era ninguna de ellas. No estaba allí. Intento fallido.
Pero ….. había oído a una buena amiga hablar de exposiciones en la Virreina. Alguien vinculado profesionalmente durante muchos años a actividades culturales municipales. Y me atreví a preguntar. ¿Por casualidad sabes si hay fotos de aquella exposición? No dudó. Y eso que lo primero que tuvo que hacer fue hablar con su ex, al que por un montón de razones y con toda justicia, detesta. El ex estuvo correcto. Tampoco vamos a excedernos a estas alturas. Pero nos dio la pista. Y allí que fuimos. Arxiu Fotogràfic de Barcelona. Donde mi amiga tenía otra amiga. Quien, gentilmente, ya nos esperaba con diapositivas y fotos de la exposición. Lupa de aumento en ristre, pude ver todo el material disponible. La mayor parte, panorámicas amplias de la exposición, abarcando, a su vez, bastantes retratos. Dudé. En dos de ellas, en un extremo, al lado de varias otras, una foto parecía sintonizar, por fin, con mi recuerdo. Quizás era ella. Pero no quise precipitarme. Y pedí copias de varias fotos. Después de haber llegado hasta allí, tampoco iba a estar de mas tener alguna foto de la exposición para archivar junto al catálogo. Y, de paso, podía volver a verlas tranquilamente en casa.
Y aquí está. En mi pantalla. Ampliada todo lo posible, dada la calidad del negativo original y la traslación de la que dispongo. Pero …. es ella. La mujer de mi poema. ¡Por fin ¡
Igual tras todo esto, el poema se queda en nada. Pero a mi ella todavía me inquieta.
Por cierto. Gracias, Laura.
X
Si fueran míos tus ojos
que adivino verdes
que intuyo astutamente lisonjeros….
Si su brillo alumbrara
los rincones oscuros de mi alma
los callejones confusos de mi mente….
¡Si dejaras de ser
por azar
un retrato anónimo!
¡Si cobraras vida!
De «Frente a Vosotros».
Inédito