Las fichas (IV)

XIV.-

Ficha D

La familia de mi padre (I)

Introducción

Creo que no hay demasiadas personas que se apelliden Plo. No llegan al centenar si nos ceñimos a la rama peninsular. La rama francesa es eso, otra rama. A esa la vamos a dejar al margen. Espero que no me lo tengan en cuenta. Incluso puede que me lo acaben agradeciendo.

Como suele suceder habitualmente en eso de la genealogía, no parece que haya unanimidad. Que si tienen su origen en un pueblo de Teruel por deformación de su nombre, que si en realidad surgieron en Álava. Incluso puede que hubiera una rama en Jaén. Y polémicas sobre si son o no son fruto de un linaje común. A saber. La verdad es que, lo parezca o no, me da lo mismo. Y no voy a dedicarle tiempo a averiguar cual es el tronco del que brota la estirpe.

Ya ves tú. Para acabar descubriendo cosas como que Juan Plo nació en Úbeda, Andalucía, España, en 1583, y murió en la ciudad de Santiago, Chile en 1643. Y que se casó en 1617, en México, con Juana Pérez del Águila, hija natural del Capitán Melchor Jofré Pérez del Águila y de Isabel de Quijano. O, imaginemos, la familia de Juan Plo había merecido del Emperador Carlos I por privilegio dado en Valladolid el 25 de Julio de 1548 armas, que, dada la prebenda, tendrían una descripción de los mas señorial. …….. “escudo cortado por una franja dorada, primero de gules, con un arco de piedra sobre ondas de agua de azur y plata y superado de dos haces de diez venablos cada uno con las varas de oro y los hierros de plata, atados y colocados uno a cada lado y segundo de sinople, un templo azteca al natural acostado de otros dos haces de flechas como los anteriores con bordura de sable y tenantes dos tigres”. Lo dicho. A saber. Dedicas un montón de días a investigar y descubres todo esto y …… ¿qué? Igual suena bien pero no lleva a ninguna parte. Con permiso de los estudiosos del blasón. Así que me lo ahorro. Me lo ahorro todo. Genealogía y heráldica. Ambas cosas me la traen al pairo. Por si no ha quedado claro. Como si, al final, fueron con Colón en su cuarto viaje o estuvieron con los tercios en Pavía. Que más da.

Aceptemos que eran linaje y estirpe de lo mas noble. Eso si. En su origen, claro. Luego parece evidente que degeneraron con los siglos. Porque, hasta donde llega mi memoria y las «leyendas» que me han contado, que no van mas allá de 1920, y salvo un par de excepciones, los Plo eran, simplemente, una pandilla de cabrones. Ellos y muchos de los que les rodeaban.

Primera parte

Escojamos una referencia para hilvanar la historia. Imaginemos, por imaginar, que son la rama de Jaén. Simple intuición. ¡Qué rama más mala!, cantaría Gato Pérez. Y eso que a mi los de Jaén no me han hecho nada. Nada de nada. Pero de algún sitio tienen que haber salido.

Así que …. pongamos que salieron de Jaén. De Baeza, sin ir mas lejos. De familia aun con posibles. Cortijo. Alguna hectárea de olivo, algún secarral sembrado de cereal, media docena de lomas con un poco de caza. Y perros, esmirriados por supuesto, pero rápidos como centellas. ¡El hambre es lo que tiene! Casa de dos plantas, caballerizas, con algún ejemplar notable en sus cuadras y habitaciones sencillas para los peones. Un corral anexo con aves.

Y allí, asentado en sus reales, el bisabuelo, ……. un pelaje. Licenciado en derecho, sin ejercicio conocido. Prototipo, esculpido en bronce, del macho ibérico mas rancio, aparente prohombre de la villa donde tenían cortijo y arraigo, era, en realidad un putero impenitente, un jugador compulsivo y un tirano despiadado. Dos veces arruinado, pudo renacer de sus cenizas materiales mediante artes nunca explicadas. A caballo entre la estafa y el robo, imagino, logró no perder el cortijo, o, mejor dicho, recuperarlo. Debió ser lo único que no se dejó definitivamente en el tapete.

La bisabuela era, como casi todas las mujeres de su época, invisible. Nadie ha hablado jamás de ella. Al menos en mi presencia. A pesar de mi capacidad indagatoria, ni rastro de su paso por la vida. Ni una triste foto, ni una palabra en su recuerdo, ni una mínima evocación, solo silencio. Inicios del siglo XX. Parir, callar y volver a parir.

Tres hijos varones; sin vestigio, por supuesto, de hijas, si las hubo. Nunca nadie habló de esa descendencia.

El hijo mayor, licenciado en derecho, como el padre. Los otros dos hijos, militares. Uno africanista, el otro, comandante de ingenieros, muerto en un pequeño pueblo de Jaén; inicios de la guerra civil. A manos de milicianos. Recuerdo algún susurro, reverenciando su nombre, mezcla de dolor y culto.

Mi padre nació del vástago letrado. Y los Plo aparecen, como por ensalmo, en Madrid. No sin dejar, para sorpresa de sus legitimarios, una calle a nombre del bisabuelo en el pueblo jienense. A saber, por que…. nunca he estado allí, pero siempre hay algún amigo generoso que te manda la foto de la placa de la calle de tu bisabuelo para confirmarte el dato. ¿Qué merecimiento justificó en su día la decisión municipal? Ni idea. Pero prefiero no saberlo. Aquel elemento era incapaz de nada honesto así que…. quedémonos en la capital del reino.