II.-
Sirena.
De escamas ocres
y gestos infinitos.
Ahuecas
tu vientre deseado
bajo el hálito del viento.
Tu suave gemido,
su música de algas
y corales
me encalla
en tu playa indómita
y sin respuestas.
III.-
Ruge el mar,
más por nostalgia
que su fiel enojo,
acallando mi voz
y muchas otras voces.
Rompe en la costa
el vértigo profundo y sabio de la ola,
para acabar lamiendo
la playa nacarina de tus senos,
hija del mar.
Se arremolina la sal
entre mis ojos,
mientras te busco, en vano,
a contraluz
y contra el tiempo.