Tú me arrancaste la locura.
Te daba igual jergón que viña.
Tu desbrozabas mi cuerpo
con la azada de tus manos,
regabas mis ojos con tu llanto
y me sembrabas la piel
con el bramido ansioso de tu vientre.
Te daba igual noche que día.
Gemías tu y yo era cuerdo.
De «Frente a Vosotros».
Inédito